Sólo de aterrizar en el aeropuerto, desde un cartel, una chica vestida con el vestido tradicional te recibe con una amplia sonrisa, el país de las sonrisas dice, y puedes caer en la tentación de pensar que es publicidad y que exageran todo lo que pueden, pero en verdad Tailandia es todo esto y más.
Bangkok, la capital, es una ciudad bulliciosa que ha estado sorprendida por la emergencia del país pero que a la vez no ha perdido su esencia asiática. Aquí las distancias son largas y no hay que fiarse de los mapas donde todo parece más cerca de lo que realmente es. Moverse en Tuk-tuk puede ser atractivo por diferente pero también hace falta saber regatear e informarse antes de cuanto puede costar un trayecto normal. El taxi es una opción ideal y más barata si antes de subir se deja bien claro que se quiere taxímetro. El transporte más barato es el bus y no hace falta ser muy atrevido para cogerlo, es bastante cómodo y bien conectado, esto si, antes hace falta ir a buscar un mapa donde salgan las líneas de bus en la única oficina de turismo (cerca del Teatro Nacional) que realmente es esto. Porque de agencias de viaje que se hacen llamar oficinas de turismo hay muchas y venden excursiones en todas partes, billetes de avión o noches de hotel, pero no tienen mapas y otra información que normalmente dan en las oficinas.
La ciudad es relativamente nueva, así que dos días en la ciudad son suficientes. Un día hace falta dedicarlo al Gran Palacio o Wat Phra Kaew. Es un recinto muy grande y se exige vestir bien según los cánones budistas. Pantalones largos (que no piratas), falda hasta la rodilla y camiseta de manga corta. Por si acaso no habéis pensado antes, justo en la puerta hay una oficina donde se pueden alquilar camisas, faldas o pantalones largos. Una vez dentro es cuestión de coger el mapa que te dan en la entrada y dar un paseo. Se puede buscar, cerca la entrada, visitas guiadas gratis en inglés, no es exhaustiva pero sí que da una visión global sobre el conjunto a visitar y de paso aprender alguna que otra curiosidad. No hay que perderse la visita al Wat Pho, justo al lado del Gran Palacio, menos concurrido pero igualmente impresionante. Allí dentro se puede contemplar el Buda Reclinado, inmensamente espectacular. Si se cruza el río hacia el atardecer, por pocos bahts se llega a Wat Arun, donde en días claros se puede contemplar y fotografiar una puesta de sol increíble.
De camino hacia el norte del país hay que pararse a visitar Kanchanaburi, atravesar el puente sobre el río Khwae y dejarse trasladar en la segunda guerra mundial. Desde esta ciudad se puede llegar en bus público al parque nacional de Erawan, y recorrer el camino que se enfila hacia arriba a lo largo del río. Hay siete niveles o cataratas, y con poco entrenamiento pero con el calzado adecuado, se puede llegar perfectamente encima de todo y bañarse en las piscinas naturales. Hay la posibilidad de quedarse a dormir en el parque, aun así hace falta reservar antes porque incluso en temporada baja los pocos bungalows que hay quedan ocupados enseguida. Otra buena opción es coger el bus público de regreso a Kanchanaburi y por la mañana temprano seguir el camino hacia Ayutthaya (hay la posibilidad de coger dos buses y de esta forma no llegar a Bangkok y ganar tiempo). Desde Bangkok hay tren nocturno que sube hacia Chiang Mai y tiene parada en Ayutthaya, son más de diez horas de tren con servicio de comedor, así que el nocturno es la opción ideal. En todos estos trayectos puedes contar con revisores que te ayudarán a no perderte, ofreciéndote, a la vez, una ancha sonrisa.
Ayutthaya es la antigua capital de Tailandia, y es una ciudad tranquila donde se puede contemplar edificios históricos pero no modernos, porque parece haber caído en el olvido cuando dejó de ser la capital. Si por casualidad uno se cruza con Steven Seagal tailandés vale la pena coger el pack que ofrece, por un precio razonable la hora hace una ruta por los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
En el norte del país hay Chiang Mai. La ciudad sorprende porque es distinta de las otras ciudades tailandesas, esta es ordenada y tranquila. Aquí se respira ambiente internacional, gente de todo el mundo llena una calle donde cada restaurante tiene cocina de un país diferente. También se puede pasear por el bazar nocturno cada atardecer y comprar cualquier cosa que se necesite. Pero los domingos por la tarde vale la pena no perderse el mercado que recorre la calle principal de la ciudad antigua. Detrás de las murallas de la ciudad antigua hay magia, y no es que esté llena de monumentos pero el paseo para visitar los edificios principales te hace enamorar aún más de la ciudad. Desde aquí hay muchas excursiones para hacer y muchos lugares para visitar. En las oficinas de turismo (o agencias de viaje) hay infinidades de propuestas, cuatro o cinco días en la ciudad dan el tiempo necesario para realizar las más importantes. No hay que perderse el Templo Blanco, el templo de los tigres, los paseos en elefante, las tribus o los trekkings por las montañas.
Se puede terminar el viaje en el sur. Dependiendo de la época del año la costa oeste, Phuket o las islas Phi-Phi pueden no ser una buena opción debido a los monzones. Luego hay que volar a las islas del golfo, Ko Tao, si se quiere practicar submarinismo, Ko Pha.Ngan, si se quiere celebrar la fiesta de la Luna Llena o Ko Samui, si se busca tranquilidad. Samui es una isla pequeña pero está bien conectada y ofrece todos los servicios. Empieza a tener turismo, aunque ha sabido llevarlo bien y conservar su esencia. Una semana en Samui es ideal para visitar todos los lugares y hacer alguna que otra excursión. Se pueden dedicar un par de días a tomar el sol en playas paradisíacas, Cristal Beach, Silver Beach o Choeng Mon, llegar a Ko Pha Ngan con ferrys que salen del Big Buddha Pier o también ir de excursión al centro de la isla, el Gran Buda o las cataratas son interesantes de visitar. Vale la pena buscar qué días y a dónde hay mercados nocturnos, el de Fisherman’s Village es grande y curioso para perderse allí. Y finalmente hay que dedicar un día entero de excursión en barco y kayak en el Parque Marítimo Nacional de Ang Thong. Archipiélago espectacularmente bonito que te quita la respiración.
En todo el país, hoteles, transportes públicos, restaurantes o incluso los conductores de tuk-tuk encuentras personas con una ancha sonrisa que te ayudaran y te cuidaran hasta la extenuación, y que harán que visitar el país, lo hagas como quieras, sea positivo y agradable.